RECORRIDO BOTÁNICO DIDÁCTICO 2 (2018): LAS COMARCAS ATLÁNTICAS, EL VALLE DE AYALA.

El 23 de septiembre de 2018 iniciamos a las 8,30 h de la mañana el segundo de los Recorridos Botánicos didácticos. Con algunos pequeños cambios y algunas bajas empezamos puntuales la ruta que nos llevaría al Valle de Ayala atravesando Kuartango y descendiendo el puerto de La Barrerilla.

1. Parada: Sierra de Badaia, Ollabarre.
Entramos en materia bajo una considerable carrasca que según nos explicó un vecino se había librado por los pelos de una tala desconsiderada (Foto Superior) Aprovechamos la ocasión para hablar de los árboles viejos y de una campaña que llevamos hace años: “Árboles viejos llenos de vida”. En el corto trayecto observamos las 3 especies de Juniperus de Álava, que conviven a escasos metros (Foto 2) y 3 plantas de origen lauroide, como el madroño (Arbutus unedo, Foto 3) , el durillo (Viburnum tinus ssp. tinus, Foto 4) y el acebo (Ilex aquifolium).

Para completar el breve paseo nos fijamos en la serie del Carrascal montano, comparándola con la del Carrascal seco y completamos desde un otero la vegetación desde la propia Sierra de Badaia hasta la Sierra de Tuyo.

 (Foto 2)

  (Foto 3)

(Foto 4)2. Parada: Aliseda del Baias en Katadiano.
       Cruzamos el viejo puente sobre el Baias mientras la población de Katadiano nos miraba prudente, alejada del río, desde los alto de los cerros cercanos. Pudimos admirar un trozo de aliseda bien conservada (Foto 5), sombría y protectora de las riberas con la cohorte de plantas que constituían el soto fluvial como el fresno (Fraxinus excelsior), sauce negro (Salix atrocinerea), y otros que se refugiaban de los bosques aledaños, tanto quejigos (Quercus faginea) como robles pedunculados (Q. robur) indicándonos que nos adentrábamos en el mundo atlántico.
En la aliseda observamos algunas plantas propias de estos ambientes frescos y sombríos como el acónito (Aconitum napellus ssp. napellus (Foto 6), la cicuta (Conium maculatum) o el cárex péndulo (Carex pendula).

 (Foto 5)

(Foto 6)

3. Parada: Robledal de Izarra.
En los alrededores de la piscina observamos un robledal de Q. robur en  (Foto 7) dos versiones separadas por un túnel bajo la vía que constituía un auténtico “túnel del tiempo”. La versión primera nos ofrecía una dehesa que había respetado los árboles originales y aclarado el sotobosque para obtener un pasto para uso recreativo (Foto 8). La segunda nos ofrecía un bosque en estado más natural  (Foto 9) donde aparecían algunas hayas y diversos espinos como el espino albar (Crataegus monogyna, Foto 10) y el majuelo navarro (Crataegus laevigata, Foto 11). Llegamos hasta un clásico prado de siega obtenido en medio del robledal y que tanto caracteriza el paisaje atlántico. Una bonita ocasión para comparar y entender al bosque y su diversidad y reflexionar sobre sus usos.

 (Foto 7)

(Foto 8)

 (Foto 9)

 (Foto 10)

(Foto 11)
4. Parada: Cascada de Gujuli.
Paramos junto a la iglesia para, en un cómodo acceso tras haber obtenido el permiso del propietario, llegar a través de un bosquete al borde del barranco (Foto 12). Los más atrevidos, que fueron muchos, bajamos por la empinada ladera (Foto 13) hasta llegar a uno de los secretos del barranco: la población de garbancera (Ononis fruticosa, Foto 14), acompañada por otros elementos termófilos como la oreja de liebre (Bupleurum rigidum). Una interesante disyunción biogeográfica regional que sirvió para resaltar la importancia de los “espacios abiertos naturales” como refugios para la flora.
Cuando nos reunimos todos en lo alto, hubo una sentada para dibujar con calma el esquema del barranco y su vegetación, que con su relieve y orientaciones diversas, nos ofrecía una gran biodiversidad en muy poco espacio y permitía acomodarse y sobrevivir a otras formaciones no dominantes en la zona (Foto 15)

 (Foto 12)

 (Foto 13)

 (Foto 14)

(Foto 15)
5. Parada: Santuario de Nª Sra. de la Encina en Artziniega.
Precioso lugar para comer en un recorrido botánico. Buenas mesas a la sombra para un breve y merecido descanso y reunión posterior de los cursillistas bajo la monumental encina que da nombre al santuario (Foto 16). Desde allí nos desplazamos hasta nuestro campamento base para la próxima parada, el bar Montenegro, en la salida hacia Trespaderne (Foto 17). Un café, algunos adictos con bautizo incluído, y listos para ascender desde allí mismo al monte Utsati.

(Foto 16) 

(Foto 17)

6. Parada: la lorera del monte Utsati, en Artziniega.
Un animado paseo de unos 20 minutos (Fotos 18 y 19) nos permitió ascender hasta el lugar donde recientemente había sido descubierta por el guarda de la zona (J. Enjuto) la mayor lorera que conocemos en el País Vasco. Ascendimos entre los singulares quejigales atlánticos, cubiertos de la exuberante zarzaparrilla (Smilax aspera, Foto 20) hasta el lugar donde aparecieron los primeros loros o laurel de Portugal (Prunus lusitanica, Foto 21). Allí mismo hicimos una comparativa con la vegetación lauroide presente en las laderas norte del Teide para comprobar la influencia de dicha vegetación en la flora actual que nos rodea.

 (Foto 18)

 (Foto 19)

 (Foto 20)

(Foto 21)


7. Parada: puerto de Altube.
Aprovechamos la visita al robusto ejemplar de Q. robur de Altube (Foto 22,que también está señalado como árbol monumental y que debe superar los 35 m de altura) para pasear por los bosques atlánticos, fijarnos en la composición de los brezales-argomales característicos (Fotos 23,24 y 25) y ponernos al tanto (gracias a las explicaciones de Iker Novoa) de la problemática actual de las plantaciones de Pinus radiata y sus enfermedades asociadas.
Contemplamos con asombro que aunque el roble está cercado perimetralmente y tiene un panel explicativo, está camuflado en un pinar y no hay una triste señal para llegar  hasta él.

Con esto (Foto 26) acabamos la jornada en Gasteiz hacia las 19,30 h, cansados y por lo que yo percibí satisfechos.

 (Foto 22)

(Foto 23)

 (Foto 24)

 (Foto 25)

(Foto 26)

Texto: Pello Urrutia
Fotos: Alfonso López de Armentia , Antonio González y Herbario Digital Xavier de Arizaga.

Atlas de las libélulas de Álava

Los odonatos son unos insectos de enorme atractivo, que constituyen excelentes bioindicadores tanto del estado de conservación de los ecosistemas acuáticos como de los efectos del calentamiento global. En esta época de acelerados cambios ambientales, el estudio y seguimiento de sus poblaciones presenta un indudable interés y, de hecho, en los últimos años se ha incrementado notablemente el número de publicaciones que abordan diferentes aspectos de su biología.

El Atlas de las libélulas de Álava cartografía la distribución de todas las especies de libélulas y caballitos del diablo localizadas en la provincia en el periodo 2007-2016. Es el fruto de un exhaustivo trabajo de campo en el que se han efectuado un total de 1746 muestreos en 507 humedales y tramos de río, que han llevado a la detección de 51 especies de odonatos.

Se inicia con una breve introducción sobre la biología de estos insectos y sobre los diferentes hábitats en los que desarrollan su ciclo vital. El apartado principal consta de fichas específicas que, a través de gráficos y mapas, ofrecen información sobre la distribución de cada especie, su periodo de vuelo y sus preferencias de hábitat. Finaliza con un amplio apartado dedicado a la conservación de los odonatos en Álava, en el que se reseñan las localidades con una fauna de libélulas más sobresaliente y se destaca la importancia de su protección

“BIOED” Proyecto Biodiversidad en Edificios

La calidad del agua que bebemos, del aire que respiramos o de la comida con la que nos alimentamos depende directamente del medio ambiente que nos rodea y de la biodiversidad que contiene. La calidad de esta última esta directamente ligada a la de los primeros. Es esencial para el hombre la conservación, y mantenimiento de una biodiversidad que garantice nuestra supervivencia sobre el planeta. Servicios esenciales como la polinización de las plantas, la conservación de los suelos y costas y el filtrado de las aguas, aires y alimentos dependen directamente de una biodiversidad que año tras año pierde efectivos en una proporción muy preocupante.

Cuando se habla de conservar la biodiversidad, una de las mayores preocupaciones medioambientales a escala mundial, tendemos a pensar en los grandes bosques y selvas, mares, sabanas, etc. donde efectivamente se constata día a día una reducción de efectivos. Pero una de las mayores pérdidas se produce muy cerca de nosotros, en nuestros pueblos y ciudades, en nuestros nuevos y flamantes edificios o en los antiguos. La fauna que habita en las grietas, desvanes, tejas, y demás recodos ve reducida su población como causa de las rehabilitaciones de viejos edificios que eliminan todos los espacios donde hasta hace poco se refugiaba. La Lechuza común, el Mochuelo europeo, el Cernícalo vulgar, la Grajilla occidental, el Colirrojo tizón, el Vencejo común, el Avión común, el Gorrión común, el Gorrión molinero, así como distintas especies de murciélagos, todos ellos protegidos por la legislación vigente, ven así mermadas sus poblaciones de forma muy importante. Por otro lado los proyectos de nuevas edificaciones en las que el factor de sostenibilidad es muy tenido en cuenta, en cuanto a la huella de carbono se refiere, no contemplan en absoluto la posibilidad de asentamiento de fauna en sus diseños. En nuestra opinión ese es un aspecto básico para poder calificar de sostenible un edificio.

Este proyecto se plantea conservar y asentar la biodiversidad en nuestros edificios viejos y modernos mediante en convencimiento de los profesionales que los mantienen y construyen y el aporte de herramientas y técnicas que lo hagan posible.

 

 

“BIOED”
PROYECTO BIODIVERSIDAD en EDIFICIOS
INSTITUTO ALAVÉS DE LA NATURALEZA-ARABAKO NATUR INSTITUTUA
Financiación aportada por EROSKI a través de la conciencia medioambiental ciudadana de Vitoria-Gasteiz.